¿Te gustaría liberarte del estrés que sufres a diario en tu consulta?
Aquí tienes 3 técnicas que te ayudarán a conseguirlo, pero antes vamos a analizar cómo has llegado hasta ahí.
El odontólogo de hoy en día es un profesional que ejerce muchos papeles distintos.
Esta mañana, antes de llegar a la clínica, puede que hayas ejercido de empresario en una reunión de networking.
Por la tarde, puedes actuar como responsable de recursos humanos para contratar a una nueva higienista.
Además, eres el líder de tu equipo.
Y, cómo no, ¡ejerces de odontólogo!
Ese papel es el que ocupa la mayor parte de tu día (o eso quisieras).
¿Qué representan tantos papeles, tantas decisiones que tomar, tantas áreas por gestionar, tantos conocimientos que actualizar?
Representan muchísimo tiempo.
¿El resultado de tanto pensar, tanto trabajar, y tan poco respirar? Estrés.
El hecho de que hayas encontrado un hueco para leer este artículo ya es sorprendente (y por eso te lo agradezco aún más).
Representan también un nivel de estrés, e incluso ansiedad, que el odontólogo de antes no conocía.
A la larga jornada laboral se suman esas interminables noches deliberando sobre el futuro de tu negocio, evaluando riesgos, gestionando publicidad, cuadrando números, e incluso actualizando tu formación.
Cómo mantener la calma y liberarte del estrés de la clínica.
Aquí tienes tres sencillas técnicas que puedes aplicar en cualquier momento del día para liberar ese estrés.
De esa forma podrás encontrar el equilibrio físico y mental que te hace falta para hacer lo que haces, y hacerlo con energía y ganas.
1. La Relajación Autógena.
Tal y como la palabra autógena indica, “que se origina o engendra a sí misma”, este tipo de relajación adiestra tu mente y tu cuerpo a cambiar las sensaciones que sientes a partir de autosugestiones e imágenes visuales.
La relajación autógena se utiliza desde que el psiquiatra berlinés Johannes Heinrich Schultz la propusiese en el siglo XIX, y se centra en calmar la respiración y el ritmo cardiaco.
¿Qué debes hacer para generar ese estado de calma y tranquilidad?
Debes repetir una serie de siete ejercicios que dan lugar a sucesivas sensaciones de reposo, pesadez y calor en brazos y piernas, descenso del ritmo cardiaco y respiratorio, calor en el plexo solar y frescor en la frente.
La duración recomendada de estas sesiones es de 3 a 5 minutos.
Empieza imaginando un entorno tranquilo y luego céntrate en controlar el ritmo de tu respiración.
La fórmula típica del ejercicio de reposo consiste en repetir la siguiente frase durante unos 3 minutos:
«Estoy muy tranquilo. Los pensamientos vienen y van. Nada puede perturbarme».
El ejercicio de pesadez provoca una sensación de relajación muscular (o pesadez) en las extremidades, y se consigue repitiendo la frase:
«Mis brazos y piernas son muy pesados».
En el caso del ejercicio para el corazón, debes concentrarte en los latidos y repetir:
«Mi corazón late sosegada y regularmente»
y en el caso del ejercicio de cabeza, repite
«Mi mente está clara y mi frente está fresca»
para mantenerte despierto y recuperar la concentración.
¿Vas a probar esta primera técnica para liberarte del estrés?
Espera.
Si no estás convencido, vamos con las otras dos.
2. La Relajación Muscular Progresiva.
Fue desarrollada por el médico norteamericano Edmund Jacobson en los años veinte.
La relajación muscular progresiva se basa en el principio de que la tensión muscular acompaña a la ansiedad y, por tanto, uno puede reducir la ansiedad aprendiendo a relajar la tensión muscular.
Jacobson demostró que esta técnica no sólo sirve para reducir los síntomas de la ansiedad, sino que también es efectivo contra la úlcera, el insomnio, y la hipertensión.
Generalmente, se empieza encontrando una posición cómoda en una silla o acostándose en una cama, sacándote los zapatos y la ropa apretada, y respirando profunda pero lentamente, una y otra vez.
Después, alternativamente, tensas grupos específicos de músculos durante 5 segundos y los relajas durante 30.
Empiezas por los dedos de los pies y después progresivamente sigues hasta el cuello y la cabeza (o viceversa).
3. La Visualización.
Las técnicas de visualización intentan eliminar las imágenes negativas que tu imaginación tiende a crear, y las reemplaza con imágenes positivas y agradables.
Los ejercicios son extremadamente sencillos de realizar y resultan aún más eficaces si utilizas tantos sentidos como te sean posibles, incluyendo el olfato, la vista, el oído y el tacto.
Aquí tienes un ejemplo que puedes practicar fácilmente en cualquier lugar:
Visualización tensión – distensión.
Estoy tumbado con los ojos cerrados.
Me voy alejando de los ruidos y prisas cotidianas.
Visualizo mi cuerpo como si lo estuviera mirando frente a un espejo.
Hago un recorrido por él, explorando las zonas en que hay más tensión.
Hago un mapa de la tensión corporal.
Y también de las zonas que siento con claridad y aquellas que apenas percibo.
Estas últimas coincidirán casi siempre con zonas tensas.
Le otorgo el color rojo a las zonas de tensión y un color azul a las zonas que siento relajadas.
Confecciono así un mapa en color que muestra los territorios tensos y relajados de mi cuerpo.
A partir de este instante comienzo a visualizar que con cada respiración entra un aire azul, limpio, puro, relajante.
Conforme el aire azul penetra en mi organismo relaja mi cuerpo, la tensión comienza a disolverse.
Con cada espiración sale un aire rojo, la tensión se va, se disuelve.
Entra un aire azul, relajante.
Expulso un aire rojo y con él se va toda la tensión y las impurezas de mi organismo.
Entra un aire azul, relajante.
Expulso un aire rojo y con él se va toda la tensión y las impurezas de mi organismo.
Siento la relajación y la calma.
Me permito permanecer en este estado unos momentos y me preparo para abandonar el ejercicio.
Regreso a mi habitación, y tomo conciencia del estado de relajación en que me encuentro.
Me doy cuenta que puedo volver a este ejercicio para relajarme cuando lo desee, sé que mi imaginación es una fuente de calma de tranquilidad y de paz.
¿Has probado ya estas técnicas para liberarte del estrés diario?
¿Te han dado los resultados que esperabas?
¿Has intentado la respiración profunda, el masaje, la meditación, el mindfulness, el Tai Chi o el yoga?
Cada uno de nosotros reaccionamos de manera diferente ante cada técnica de relajación.
Si pruebas cualquiera de las tres que te describo hoy, y no te surten efecto, no desesperes.
La práctica (y la paciencia) son la madre de la ciencia: inténtalo una y otra vez.
A medida que mejores tu técnica, empezarás a notar los resultados.
Y… ¡conseguirás liberarte del estrés!